La eliminación del IVA al libro es una demanda que genera un consenso amplio entre los chilenos. El principal factor que incide en ese respaldo es, a mi juicio, la percepción que tenemos sobre el precio de los libros. Según la encuesta del año 2010 de la Fundación La Fuente y Adimark, el 81,5% de los encuestados respondió que los libros en Chile son caros. En esa misma consulta, el 53,7% dijo que probablemente compraría más libros si no tuvieran IVA.
Las personas apoyan la demanda porque asocian la eliminación del IVA con una rebaja de los precios. Pero, ¿podemos asegurar que la exención tributaria de los libros tenga como efecto una disminución en los precios? Yo diría que sí, aunque no depende de la exención misma, sino del tipo de reforma que se haga.
Eliminar el IVA en los libros no es un pelo de la cola. La cadena de producción es larga y pasa por varias industrias. Pero la industria del libro es un conjunto más acotado de empresas: la forman editores, distribuidores, libreros, y una parte del parque impresor.
En un escenario donde sólo se aplique IVA cero al comercio de libros, la librería compraría y vendería sin el impuesto de por medio, pero las editoriales, que producen los libros, tendrían que comprar un papel gravado con el mismo impuesto de siempre; lo mismo sucedería con el resto de sus insumos y con las inversiones en activo fijo. Como se trata de un crédito fiscal que no podrían rebajar contra el débito de la venta, tendrían que asumirlo como un costo y, por tanto, traspasarlo al precio final. En este escenario es muy probable que los libros no sufran una variación significativa en los precios.
En un segundo escenario, donde el IVA cero a los libros esté acompañado de una normativa tributaria especial para esta industria, que asegure que el crédito fiscal no termine en la columna de costos de la editorial, entonces es más probable la posibilidad de precios finales más baratos. Con «normativa tributaria especial» me refiero, por ejemplo, a algo similar a la recuperación del IVA de exportación.
El IVA cero, sin embargo, podría dejar muchos espacios para la evasión fiscal y no es la mejor opción si se quiere tener cifras relevantes y control tributario de la industria. Por esa razón lo más sensato es un IVA diferenciado para el libro (¿un 4%, como en España?), que obligue a las empresas a cumplir con los procesos normales de declaración en un balance de créditos y débitos fiscales, pero con una normativa que asegure que los impuestos queden en la cadena de modo que no lleguen al consumidor final convertidos en un costo. Se trata de una normativa que exige ingeniería tributaria. Si hay voluntad política para el ajuste, el diseño es posible.
Es imprescindible contar con una análisis del modo en que fijan los precios los editores, y de los márgenes de editoriales y librerías, además de estudios sobre precios promedios. Si todas las variables son consideradas y no se dejan espacios para las pequeñas ambiciones, una reforma tributaria con una normativa adecuada sería suficiente para asegurar precios más bajos en los libros. Afortunadamente, este análisis ya está en marcha: un estudio sobre este tema fue licitado por el CNCA y está actualmente en proceso. Los datos que arroje podrían ser extraordinariamente decisivos.
28 de abril de 2012 — 14:26
Ese 53,7% que declara compraría más libros si no tuvieran IVA, es curiosamente muy similar al 47,2% que el mismo estudio identifica como lectores. Sí, una eventual disminución del IVA haría se vendieran más libros, aunque lo más seguro los compraran los mismos que hoy compran libros. Como podrás ver en las cifras de los últimos tres estudios relevantes para este tema (incluyendo el de la Fundación La Fuente), la gente no lee por falta de tiempo o de interés: http://www.cadaunadas.net/2012/01/una-reflexion-s…
29 de abril de 2012 — 20:53
Le pides demasiado a una iniciativa como ésta. La eliminación del impuesto al libro, o su eventual rebaja, no va a convertirnos en una nación lectora ni hará que, de la noche a la mañana, lean aquellos que nunca se han sentido atraídos por la lectura. Y, claro que sí, los principales beneficiados a corto plazo son quienes compran libros. ¿Por qué tendría que ser de una manera distinta? ¿Por qué esta medida tendría que tener exclusivamente un sentido social y apuntar a beneficiar, por ejemplo, al quintil más pobre de la población?
Por otro lado, ¿quiénes compran libros? No sólo las personas, sino también las bibliotecas públicas y privadas, los jardines infantiles, los colegios y las universidades y muchas otras instituciones que administran bibliotecas de uso público. ¿Quién es el principal comprador de libros en Chile? El Estado.
Tengo la impresión de que tu sospecha sobre la legitimidad de esta demanda pasa por el eventual interés que tiene la industria del libro en sacar un rédito económico extra. Y yo creo que uno de los efectos que debiese tener a largo plazo es justamente ése: que ayude a mejorar algo la salud de una industria que no la tiene fácil (altos costos de importación, mercado pequeño, pocos lectores, IVA). ¿Por qué no? Una industria más competitiva debiera asegurar mejor calidad, mejores precios y, a la larga, más acceso a través del mercado. Eso no quita que hagamos un esfuerzo sustantivo en democratizar ese acceso a través de la red de bibliotecas públicas. Tanto mejor si esas bibliotecas públicas aumentan su presupuesto por la vía de comprar sin impuesto.
3 de mayo de 2012 — 13:07
Marco Antonio: me parece que el estudio que encargó el CNCA es fundamental en este tema, ya que podría determinar de una manera más objetiva si la eliminación o reducción del IVA afecta la compra de libros o no (ya sabemos que el mito sobre la industria dice que la demanda es muy poco elástica). La pregunta es: ¿estarías de acuerdo con eliminar o reducir el IVA aun cuando ese estudio concluya que es irrelevante para la industria y la situación de la lectura en Chile?
Si no tuviera una relevancia significativa, a mí me costaría estar de acuerdo con eliminar el IVA antes que concentrarme en otras políticas más efectivas. Para mí no bastaría con razones "simbólicas" que no tendrían ningún efecto concreto.
En fin, me interesa tu opinión.
Saludos
3 de mayo de 2012 — 23:50
Adrián, estoy de acuerdo con eliminar o rebajar el impuesto al libro siempre y cuando eso signifique también una rebaja –ojalá uno a uno– del precio de venta a público. Si la exención o la rebaja supone una disminución de un, ponte tú, 12% en el precio de los libros, entonces se produce un círculo virtuoso y el impacto en la industria podría ser evidente y visible en el mediano plazo. En el ámbito de los índices de lectura, el asunto es más polémico y habría que estudiarlo mejor, aunque me atrevería a decir que si hay un impacto positivo en la industria a mediano plazo, lo habrá también en el acceso y, por extensión, en los índices de lectura.
Ahora, ¿por qué un 12% de disminución efectiva de precios podría producir un círculo virtuoso? Para algunos compradores habituales de libros no será una rebaja significativa; para otros sí. Pero el asunto es que no sólo compran libros las personas, sino también las instituciones, como la red de bibliotecas públicas, las universidades, el CNCA y el Mineduc. En la medida en que esos presupuestos se mantengan, esas instituciones podrán adquirir un 12% más de libros. Esto debiera impactar positivamente en la industria.
4 de mayo de 2012 — 16:12
Como tú dices, una cosa fundamental es que la eliminación o reducción del IVA disminuya los precios, pero otra es que esta disminución afecte la compra de libros. Sería excelente si aumentara la compra por parte de las instituciones. Mi duda es si una rebaja de precios aumentaría la compra directa de libros en librerías (me tinca que a eso se va a enfocar el estudio). Sobre esto último tengo mis dudas y de hecho me tinca que las editoriales y librerías saben que no venden más –y por lo tanto no tienen más ganancias– al bajar los precios. Si no, ya los habrían bajado.
Aparte, me parece complicado generar un mecanismo tributario que de alguna manera "obligue" a traspasar la rebaja del IVA a los precios. No sé cómo funciona en los países que mencionas, pero a mí me suena a una especie de fijación de precios, y ahí entramos en otra discusión tanto o más peluda que ésta.
7 de mayo de 2012 — 14:49
El estudio tiene como objetivo evaluar el impacto de una reducción del IVA en la industria. No debiera concentrarse sólo en el mercado de librerías. Las compras públicas en Chile son demasiado importantes para no evaluar el efecto que tienen en la industria
Sobre los precios, cada libro es un monopolio. Eso hace que la elasticidad de la demanda no sea tan significativa en relación a otros productos que participan en el mercado compitiendo directamente entre sí (un detergente básicamente hace lo mismo que otro). Aún así, siempre han habido iniciativas editoriales que permiten bajar los precios. La editorial Debolsillo, del grupo Random House, es un ejemplo de buenas ediciones, grandes autores y bajos precios. Y tiene entre los lectores bastante éxito; éxito que sería distinto si los precios de esos libros fuesen mayores. ¿Por qué el resto de los editores no bajan los precios? Las razones son muchas, incluida la falta de visión empresarial (hay que atreverse a innovar) y editorial (hay que hacer libros que se vendan).