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¿Cuánto le importa a Piñera su Plan de Lectura?

Ayer quedó demostrado que el Plan Nacional de Fomento de la Lectura del gobierno de Sebastián Piñera, Lee Chile Lee, es poco más que un puñado de buenas intenciones, que no ha sido considerado seriamente por el Presidente y que el intento por alinear y coordinar tres instituciones detrás de un mismo objetivo (Mineduc, CNCA y Dibam) parece fracasar frente a las prioridades comunicacionales de la Presidencia.

La campaña lanzada ayer por el Presidente de la República y el ministro Cruz-Coke, Un cuento al día, que promueve la lectura en familia repartiendo gratuitamente 200 mil ejemplares de un libro de cuentos ilustrados con apoyo pedagógico vía web, fue una sorpresa para muchos.

He podido hablar con personas cercanas al equipo ejecutivo que diseña, coordina y evalúa las acciones del Plan: la campaña presentada ayer por el Presidente fue sorpresiva por varias razones. Primero, porque no sólo no estaba contemplada dentro del programa de actividades del Plan, sino que desconocían absolutamente que existiera una iniciativa como ésa al interior de la Presidencia. Y segundo, porque Piñera anunciaba —demostrando ignorancia, torpeza comunicacional y falta de coordinación—, que esta campaña daba inicio al Plan Lee Chile Lee. Al parecer, el Presidente nunca se enteró de que el Plan, recogido en un documento de 80 páginas, fue presentado el año pasado, que ya ha implementado varias acciones y que se encuentra en su segundo año de ejecución.

Algo parecido a esto ocurrió con el Maletín Literario, iniciativa de fomento lector del gobierno de Bachelet, surgida también entre gallos y medianoche, conocida y anunciada a través de una Cuenta Pública, un 21 de mayo. Muchos funcionarios de Cultura de ese entonces se enteraron por la televisión que tendrían que ponerse manos a la obra. Por cierto, en el diseño de esa campaña no hubo un debate previo ni medición de impacto de una política pública que se recuerda básicamente por las polémicas que suscitó.

A la evidente descoordinación en el caso de la campaña anunciada por Piñera, tengo que agregar ahora un dato que ayer se omitió y que hace aún más ingrato todo esto: 150 mil de las 200 mil copias del libro ilustrado, principal insumo de la campaña, serán distribuidas por La Tercera en su edición del domingo. Esto significa que quienes recibirán el único producto impreso de esta campaña serán, básicamente, los suscriptores de fin de semana de La Tercera, un grupo que, está demás decirlo, no necesita de una motivación especial para leer.

Se trata de una seña más que apunta a lo mismo: esta campaña surgida desde la Presidencia, en complicidad con el gabinete de Cruz-Coke, no fue diseñada ni discutida al interior del equipo de especialistas que coordina el Plan. Si es capaz de pasar por encima de sus equipos y desentenderse de ese modo del trabajo hecho, cabe preguntarse cuánto le interesa a Piñera su Plan de Lectura.

Mientras los índices parecen estar muy lejos de los que quisiéramos exhibir, cuando el Simce de Lenguaje de Cuarto básico anota una baja de cuatro puntos y el ministro de Educación dice que tenemos que hacer que nuestros niños lean más, las campañas de fomento lector, siempre tan políticamente correctas, parecen funcionar apenas como un buen comodín comunicacional.

Categorías: Políticas culturales en Chile

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  1. Marco,

    creo que comparar el Maletín Literario con esta campaña es un error no menor.

    Sin duda, como toda política pública, no estuvo exenta de errores. Habiendo participado en su primera fase de implementación, al analizarlo a la distancia hay cosas que creo se podrían haber hecho de manera distinta. Y comparto contigo que la falta de evaluación del impacto le pesará por siempre, porque -como ya hemos discutido en otras oportunidades acá o en otras instancias- deja al Maletín en ese siempre ambiguo terreno de las apreciaciones personales sobre cómo se fomenta de mejor manera la lectura.

    Dicho lo anterior, comparar una política pública destinada a las 400 mil familias más pobres del sistema educativo chileno, con otra que beneficiará principalmente a los suscriptores dominicales de un diario de circulación nacional, es sumamente impreciso. Además, habiendo sido una iniciativa presidencial -en eso estás en lo cierto- la Dibam, organismo que lo ejecutó, trabajo con antelación el diseño del programa. No es correcto que fuera por la televisión que supimos de este programa. Y sí, como dices, en la cabeza de muchos quedaron las polémicas, que después de todo fueron menores, porque eso fue lo que se destacó. No obstante, recuerdo muchas buenas y grandes historias a lo largo de los dos años, como alguna escrita por Oscar Contardo cuando el programa fue lanzado en abril de 2008.

  2. Enzo, sólo pretendo comparar la lógica en que se anunciaron ambas medidas: como una iniciativa presidencial que surgió con independencia del trabajo de las instituciones encargadas de diseñar este tipo de política pública. Reconozco que en mi versión de los hechos, la Dibam se enteró de la amplitud y el alcance del proyecto ese mismo 21 de mayo y el diseño original surgió desde la oficina de la Presidenta Bachelet. Como tú fuiste uno de los encargados de la implementación, concedo que puedo estar cometiendo un error. De cualquier modo, no pretendo comparar las ambiciones de ambas iniciativas: en este terreno el Maletín no tiene competencia.

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