Nacido en Guatemala, educado en Estados Unidos y nieto de emigrantes judíos y libaneses, Eduardo Halfon es autor de un puñado de novelas, todas cortas o muy cortas, en las que suele echar mano a esa densidad cultural que sugiere su propia biografía. El juego de espejos entre realidad y ficción que atraviesa toda su obra tiene en Monasterio un resplandor especial: aquí el protagonista se llama Eduardo Halfon, un joven guatemalteco de familia judía que viaja a Tel Aviv al matrimonio de su hermana. Pero la novela no es precisamente el despliegue de una trama, ni la secuencia de capítulos supone el progresivo avance hacia un final. La composición es más bien un tupido mosaico en el que se superponen varios tiempos e historias, una apretada estructura que apunta a un solo objetivo: retratar los conflictos de la identidad. La novela ocupa toda su tinta en el asunto y le cierra el paso a cualquier otra lectura. Eduardo Halfon, el escritor, comparte de este modo un rasgo que caracteriza a toda una generación de narradores en América Latina: parecen más preocupados por el modo en que se leen sus libros que por contar historias. Con todo, en esta prosa no hay torpezas ni florituras estilísticas: tiene el golpeteo sonoro de un ritmo y la sencillez de las formas que se han desprendido de todo exceso. Y eso no es poco.
[Publicado en Dossier 42]